Que quien fuiste, sea quien fuere, ya no es.
Imagínate mi daño al recordar que esa persona, la anterior a ti, la
que un día se reflejaba en mis ojos cuando te miraba, sigue
teniendo la autoría de mi corazón y todos sus órganos vecinos.
Tu, en cambio, parece que hayas perdido el tuyo. Y supongo que
para llegar a tal extremo has debido también perder el que me
robaste a mi. En qué cama te lo habrás dejado, cariño, en qué
poesía sin trasfondo. Cuántas sábanas saben ya el olor de tu pelo
y cuántas noches soñé con que solo quisieras tú saber del mío.
Asique hazme un favor,
pues si habitas el mismo cuerpo que habitó un dia la persona por la
que sigo respirando:
si vuelve a aparecer, dale el pésame de mi parte.
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